
Sólo de viaje. Hace 5 días Natalia dejó Woking y partió a conducir el piloto de su doctorado en la sierra de Ayacucho. El mismo día empezó mi piloto también, pero en la cocina.
Uno de los maravillosos acuerdos que tengo con mi mujer es que ella cocina y yo me encargo del resto, porque por ejemplo, “si no lavo, no la veo”. Tal acuerdo, ha venido funcionando espectacularmente en los casi 5 años que llevamos casados. Pero justo ahora que no está, mis compras en el supermercado se han reducido al universo de ofertas pre-cocinadas e insumos de sándwiches. Básicamente, el problema es que en la actualidad no sólo “no la veo”, sino que tampoco disfruto al comer.
Después de haber agotado las 5 variedades de pastel vegetariano del supermercado y con ellas mis posibilidades de cena, agradezco a Dios que mañana me voy de Woking. El nuevo trabajo que nos mudó a este pueblo, me manda por 10 días a la sierra de Kenya. Allá no tendré que cocinar, pero quién sabe que travesura culinaria enfrentaré. Aún así, es tanta la excitación por este viaje que prometo que la siguiente historia será sobre mi primer viaje a MamÁfrica.
Desde ya, sé que mi vuelta traerá el amargo sabor del estrés que me genera procurar encontrar balance entre las exigencias de mi engreído paladar y las discapacidades que se apoderan de mí cada vez que me pongo al frente del horno o de una sartén.
Pero Woking está lleno de posibilidades, para engordar. A diferencia de muchos pueblos locales, a este le falta carácter y hace años se impusieron las cadenas de comida chatarra y cadenas de pub. Si bien es casi imposible que la comida Inglesa sea memorable, un pub Inglés tradicional tiene su encanto. El mismo que pierde cuando se aplican en él los principios de mercadeo de las cadenas de comida chatarra. Debido a ello, sólo existen 2 restaurantes que valen la pena. Sin embargo, tanto por presupuesto como por variedad, lo Italiano y lo Nepalí son para de vez en cuando.
Dado que uno no sólo se alimenta de comida, mi plan para ésta temporada es darle rienda suelta a mis hobbies autistas. Probablemente suba a 2 veces por semana el número de mis visitas a la piscina local y a 3 mis paseos en bicicleta. Por lo pronto, quiero mantener este blog activo y traer de vuelta a la vida, la novela que dejé hace ya 4 meses.
Para cumplir este plan confieso que ayuda la visita de nuestro compañero de depa, pues prefiero encerrarme en mi cuarto antes que verlas. El título de ésta historia, que en mi caso tiene un tiempo definido, en el caso de Nikolái el Ruso viene durando más de año y medio. Si bien va seguido a visitar a su esposa e hija a Finlandia y ellas “nos” visitan cada 2 meses, estos últimos días sin Natalia me bastan para saber que no podría hacer lo mismo. Estoy seguro que se debe a una dramática diferencia cultural, pero en especial a cuan arribista es su mujer que lo prefiere ganando más dinero. Aunque eso signifique verlo sólo de vez en cuando.
En los 10 años que Natalia y yo llevamos juntos, la temporada más larga en que el trabajo nos separó también duró 6 semanas. Así que ésta es una especie de “Déjà vu”, sólo que aquella vez fue ella quien quedo en casa. Si bien confieso que tiene su encanto no tener que limpiar el baño, acumular más ropa sucia de la que entra en el tacho y poder quedarte dormido viendo una película lenta sin temor a ser sorprendido, su ausencia viene afectando mi entusiasmo matutino e incluso mi surrealista facilidad de conciliar el sueño.
Tal como contaba arriba, Natalia sólo se fue a hacer el piloto. El próximo año conducirá su investigación y su viaje potencialmente se extenderá hasta 16 semanas. Vamos a ver que aprendo a cocinar para sobrevivir esa temporada.
Uno de los maravillosos acuerdos que tengo con mi mujer es que ella cocina y yo me encargo del resto, porque por ejemplo, “si no lavo, no la veo”. Tal acuerdo, ha venido funcionando espectacularmente en los casi 5 años que llevamos casados. Pero justo ahora que no está, mis compras en el supermercado se han reducido al universo de ofertas pre-cocinadas e insumos de sándwiches. Básicamente, el problema es que en la actualidad no sólo “no la veo”, sino que tampoco disfruto al comer.
Después de haber agotado las 5 variedades de pastel vegetariano del supermercado y con ellas mis posibilidades de cena, agradezco a Dios que mañana me voy de Woking. El nuevo trabajo que nos mudó a este pueblo, me manda por 10 días a la sierra de Kenya. Allá no tendré que cocinar, pero quién sabe que travesura culinaria enfrentaré. Aún así, es tanta la excitación por este viaje que prometo que la siguiente historia será sobre mi primer viaje a MamÁfrica.
Desde ya, sé que mi vuelta traerá el amargo sabor del estrés que me genera procurar encontrar balance entre las exigencias de mi engreído paladar y las discapacidades que se apoderan de mí cada vez que me pongo al frente del horno o de una sartén.
Pero Woking está lleno de posibilidades, para engordar. A diferencia de muchos pueblos locales, a este le falta carácter y hace años se impusieron las cadenas de comida chatarra y cadenas de pub. Si bien es casi imposible que la comida Inglesa sea memorable, un pub Inglés tradicional tiene su encanto. El mismo que pierde cuando se aplican en él los principios de mercadeo de las cadenas de comida chatarra. Debido a ello, sólo existen 2 restaurantes que valen la pena. Sin embargo, tanto por presupuesto como por variedad, lo Italiano y lo Nepalí son para de vez en cuando.
Dado que uno no sólo se alimenta de comida, mi plan para ésta temporada es darle rienda suelta a mis hobbies autistas. Probablemente suba a 2 veces por semana el número de mis visitas a la piscina local y a 3 mis paseos en bicicleta. Por lo pronto, quiero mantener este blog activo y traer de vuelta a la vida, la novela que dejé hace ya 4 meses.
Para cumplir este plan confieso que ayuda la visita de nuestro compañero de depa, pues prefiero encerrarme en mi cuarto antes que verlas. El título de ésta historia, que en mi caso tiene un tiempo definido, en el caso de Nikolái el Ruso viene durando más de año y medio. Si bien va seguido a visitar a su esposa e hija a Finlandia y ellas “nos” visitan cada 2 meses, estos últimos días sin Natalia me bastan para saber que no podría hacer lo mismo. Estoy seguro que se debe a una dramática diferencia cultural, pero en especial a cuan arribista es su mujer que lo prefiere ganando más dinero. Aunque eso signifique verlo sólo de vez en cuando.
En los 10 años que Natalia y yo llevamos juntos, la temporada más larga en que el trabajo nos separó también duró 6 semanas. Así que ésta es una especie de “Déjà vu”, sólo que aquella vez fue ella quien quedo en casa. Si bien confieso que tiene su encanto no tener que limpiar el baño, acumular más ropa sucia de la que entra en el tacho y poder quedarte dormido viendo una película lenta sin temor a ser sorprendido, su ausencia viene afectando mi entusiasmo matutino e incluso mi surrealista facilidad de conciliar el sueño.
Tal como contaba arriba, Natalia sólo se fue a hacer el piloto. El próximo año conducirá su investigación y su viaje potencialmente se extenderá hasta 16 semanas. Vamos a ver que aprendo a cocinar para sobrevivir esa temporada.
3 comentarios:
De la vida sus placeres, y en esos te faltan los dos mas ricos tu pareja y la comida, jajaja. te mandaria tu libro nicolini que es el coquito de la cocina. suerte en kenya
tienes vena de escribidor, de herencia le viene al galgo, y al grandanes tambien Exitos en tu carrera de Escritor.
If only I'd known you were going hungry, I'd have given you an intensive course in British cookery - at least a few classic dishes to impress your other half with on her return!
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