3 dic 2007

Si, acepto


Con excepción de tu propia boda, las otras no tardan en extraviarse en los pliegues de tu memoria. Siendo honestos, la gran mayoría de ceremonias matrimoniales suelen repetir la misma puesta en escena: una iglesia fría y repleta de cientos de invitados incómodamente vestidos; un pésimo audio que dificulta aún más entender el acento del cura extranjero; aquella infinita cola que termina desgastándole los cachetes derechos a los novios; la recurrente falta de consideración de estos últimos que por ser fotografiados, casi siempre te matan de hambre mientras los esperas en la recepción; y por Dios, la misma torta blanca de siempre. Puesto de esta manera, la mejor prueba que uno se olvida de todos estos aspectos es que no tardas en asistir a la siguiente boda. Aún así, hay bodas que son únicas y a ellas, este pequeño homenaje.

Entre las bodas memorables, cabe distinguir las tristemente célebres de aquellas pocas que verdaderamente inspiran. Entre las que me tocaron presenciar, la primera categoría cuenta con tres bodas que por obvias razones omitiré los nombres de los novios: 1) En el preciso momento en que un buen amigo debía sacar los aros del bolsillo, no los encontró y la ansiedad se apoderó de él tumbándolo al suelo. Ante la sorpresa de todos los presentes, la novia lo ayudó a levantarse; la suegra a sentarse; y sus viejos hábilmente le pasaron sus propios anillos. 30 minutos después, con algunas copas de champagne dentro, me confió un inesperado “soy un huevón, estaban en el otro bolsillo”; 2) La segunda en ésta categoría fue la boda de la más impuntual amiga de mi esposa. Traten de imaginar al pobre novio que por 5 interminables minutos se casaba sólo, porque el rígido cura Alemán había decidido dejar de esperar. Mucho más pintoresco: procuren visualizar a la agitada novia corriendo por la alfombra roja con una mano sosteniendo el velo y con la otra, cargando la enorme cola de su vestido para no tropezarse; 3) Debido a que un ex–amigo estudiaba en USA, cometió el gran error de pedirle a la loca de su madre, a su novia y a su suegra que se encarguen de la boda. La paz armada entre las 3 organizadoras llegó a su fin cuando minutos después de haber dado inicio a la recepción, la familia de él decidió volver a casa. A pesar que mi ex–amigo procuró convencer a sus padres y hermanas que vuelvan a la fiesta, no lo consiguió y los invitados no tardaron en retirarse legítimamente preocupados.

Entre aquellas bodas verdaderamente inspiradoras, mi memoria también prioriza tres: 1) Conocí a Alex en la universidad y no tardé en hacerlo parte de aquel pequeño grupo de amigos que considero los hermanos que escogí. Debido a que se iba a estudiar a Chile, Erica y él decidieron separarse. Sin embargo, meses más tarde, Alex volvió a Lima decidido a jugarse todas sus fichas: sin realizar ningún sondeo previo, se apareció en casa de Erica y le pidió que se case con él. Ella aceptó y tuvieron una muy linda boda no sólo por el afecto que se tienen, sino porque integró los ritos Judíos de su familia y del Cristianismo Ortodoxo que profesa la familia de ella. De esta manera, la ceremonia fue una muy linda muestra de unión para las familias de ambos en Palestina e Israel. En la actualidad, Alex y Erica viven en Santiago y tienen la niña de los más lindos ojos que he visto en mi vida; 2) La legislación Peruana no considera ni los matrimonios ni las uniones civiles de personas del mismo sexo, pero esto no impidió que Pedro y Juan se dieran el sí rodeados de aquellos que los queremos tanto. Aquella noche, no dejé de tomarles fotos y registrar cuán intenso y tierno es el amor que se tienen. Sigo pensando que se trata de las mejores fotos que le he tomado a una pareja y me emociona mucho verlas cada vez que voy a su depa; 3) Tal como advertí al inicio de esta historia, yo también soy de la idea que la ceremonia que me unió a Naty es digna de recordar. Fuera de lo común en Lima, decidimos casarnos a medio día en el campo; invitar a un muy pequeño grupo de familiares y amigos; y no hacer distinción entre aquellos que queríamos que nos acompañen a la ceremonia y a la recepción. Hubiera querido que nos case Fausto, mi padrino, pero seleccionamos a Enrique – un cura al que quiero mucho desde que tengo 15 años y que tuvo la delicadeza de entregarme la cruz que a manera de recuerdo me dejó Fausto antes de fallecer. La íntima ceremonia que lideró Kike llegó a su clímax cuando Naty y yo leímos nuestros singulares votos matrimoniales, a través de los cuales nos juramos amor por 3 vidas. Las fotos que nos tomaron aquel día fueron de lo más espontáneas y muy en especial, no nos tomaron mucho tiempo. Llegamos a la recepción, bailamos una de nuestras canciones más emblemáticas; bailamos luego con nuestras hermanas y padres; sembramos un Pino que actualmente mide más de 3 metros; y acto seguido, pasamos mesa por mesa agradeciendo a todos los presentes por habernos querido acompañar ese día. Aquella tarde no dejamos de bailar y endulzamos el recuerdo con la mejor torta de chocolate que puedas imaginar. Como supongo le pasa a la gran mayoría de novios, la verdadera luna de miel no tuvo lugar esa noche porque estábamos reventados del cansancio físico y emocional. Al despertar y yendo en contra de la tradición, fuimos nosotros los que interrumpimos a los suegros cuando a las 9am nos aparecimos en el hotel de mis viejos. Y es que al día siguiente nos íbamos de viaje y ambos queríamos extender la felicidad de la boda con nuestros familiares más cercanos.

Hay 5 bodas que me apena no haber podido presenciar, pues se trata de otros integrantes de aquel grupo de hermanos que mencionaba líneas arriba. En orden cronológico, me hubiera fascinado estar en las uniones de Alfonso & Jessica; Jorge & Gabi; Aldrin & Roxana; Gastón & Gaby; y Martín & Claudia pero me fue imposible cruzar el charco para ir a darles el encuentro. Hasta el día de hoy, sé de 2 bodas que nunca debieron haber tenido lugar. A estos 2 hermanos, les pido me disculpen por no haber sido más vehemente al mostrar mi desaprobación - pero era muy jóven o estaba muy lejos.

Todas estas historias, me han permitido percatarme que las bodas involucran multi-dimensionalmente a muchas personas y no sólo a aquellas que deciden unirse en matrimonio. Tal como lo confirmó más de una boda acá descrita, los preparativos no tardan en pronosticar la relación entre ambas familias. Pues la forma en que se definen aspectos concretos de las ceremonias civil y religiosa e incluso, los lugares en donde tendrán lugar el shower y la recepción, permiten dilucidar aspectos mucho más complejos: aspectos como la aprehensión por la evaluación social; el manejo del presupuesto; e incluso la salud mental de las familias involucradas. Del mismo modo, este recuento de bodas también me hizo evocar lo mucho que los invitados e invitadas invierten en evaluar qué vestir; cuánto comer; contar lo bien que les va; y en comentar cómo luce el resto. Por estas razones, las bodas que me encantaron se diferencian del resto al haber logrado que el grupo de invitados deje de pensar en sí para dejarse contagiar del amor de los novios y al hacerlo, renovar sus votos matrimoniales; decidir casarse; o en todo caso, entender para qué dos personas se juntan de esa manera.

Decidí escribir este recuento por la expectativa que me genera la próxima boda a la que Naty y yo hemos sido invitados. Nuestros queridos Janak & Shirin se casarán entre el 26 y 29 del presente, en una boda que aseguran será pequeña porque su lista de invitados se remite a sólo 1,500 personas. Estoy seguro que esta ceremonia entrará directamente en la categoría de aquellas pocas que verdaderamente inspiran porque se trata de la unión de personas de dos religiones distintas, él es Hindú y ella Parsi; porque somos más de 10 los amigos de la maestría que los acompañaremos esos días; porque me han pedido que de un pequeño discurso sobre el afecto que veo entre ambos; y en especial, porque tanto para mi chica como para mi, viajar a India es algo con lo que venimos soñando desde niños y qué mejor que estando allá, contagiarnos del afecto de nuestros queridos amigos para renovar nuestros votos matrimoniales. Desde ya, “¡Shukria, India!”

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El si acepto me ha hecho recordar ese gran dia, como relatas Cesitar aun en nuestro pais no existe la boda gay legalmente, pero esto de Reafirmacion de Votos, lo que hicimos Pedro y Yo, realmente fue muy inolvidabel y mas aun por estar junto a los amigos y disfrutar de una gran fiesta, demas esta decir que todo el preambulo de organizacion si que estresa pero el resultado es inolvidabel y vale la pena, sobretodo el tener en las paredes esas hermosas fotografias, tu y Naty fueron parte de esa noche especial para nosotros....me has traido recuerdos de esa nohe y si que conseguiste emocionarme jejejeje
abrazos

Unknown dijo...

César tienes esa particularidad de transportar al sitio de los hechos con emociones y todo, yo recuerdo tú boda como uno de los mejores momentos de la familia,con alegrías,temores,sueños, el percibir el amor de ustedes para mí fué la prueba evidente de que Dios nos acompañaría en todo momento. Una Nati bella, ese día era como cuando en un día muy caluroso al lado del mar, pasase
una brisa fresca y prolongada.
Aprovecho este momento para mandar
un abrazo muy fuerte y felicitaciones a Pedro y Juan.
Sigue escribiendo, César , disfruto mucho.
Mina.

Anónimo dijo...

Hola, no paré de leer, q lindo! es tan especial soñar con organizar un casamiento con las personas q uno quiere y q comparte cada etapa de la relación, no tener q invitar a esas amigas o amigos q no sumaron nada, q no aportaron en momentos dificiles, q no supieron dar un buen consejo para construir... tengo 29 años y sueño con cosas pequeñas, nada imposible, pequeñas pero imborrales! q con el tiempo pueden ser grandes en la memoria de todos.creo en el amor, en el respeto, en hacer de a dos una religión propia, fácil de aprender y sostener, sin cosas imposibles, con respeto y comprencion, viviendo desde cero cada dia... soy soñadora, ya lo habia aclarado? felicitaciooones César y Naty... soy Annie.