Hace tres años mi vida cambió para siempre. A cuatro semanas de venirme a estudiar a Londres, ese era mi último día en la oficina. Aquel Viernes 13, mis únicas ambiciones eran concluir mi reporte final y ya en la noche, pasarla de lo mejor en la despedida que mi jefe me estaba organizando. Mis planes jamás contaron con que ese sería el primero de los últimos días de mi única hermana.
"No me quiero morir"
Al final de la tarde, una llamada de 5 minutos cambió mi estado de ánimo, mis planes – me cambió para siempre. En ella, mis viejos aún sin creerlo compartían conmigo la opinión de un especialista ante el dolor en la espalda de mi hermana. Según él, se trataba de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) – una enfermedad en la que si bien el cerebro se mantiene encendido, el cuerpo se va apagando de a pocos. Apagué mi celular, conduje una breve búsqueda en Internet para entender mejor a qué nos enfrentábamos y corrí a decirle a mi jefe que no podía quedarme en la oficina y que lamentaba no poder ir a su casa en la noche.
Al llegar a casa de mis padres, me senté con ellos en la cama y aprovechando que mi hermana dormía en su cuarto, oramos y lloramos juntos. Al rato, mi enana nos dio el encuentro y procuré tanto engreírla como tranquilizarla. Lo cierto es que no sabía qué decirle, así que la abracé delicada pero firmemente y así nos quedamos por buen rato. Una hora más tarde la ayudé a levantarse y no tardó en volver a su cuarto. Eran casi las 10pm y todos decidieron irse a dormir, pero yo no podía.
Mi fuerte Carmiña entró al hospital Rebagliati el 14 de Agosto del 2004 y salió de él cuatro meses después. En su primer mes, fueron varias las noches en que me quedé a dormir a los pies de su cama. A pesar del intenso dolor, fueron varias las señales que nos hacían sentir acompañados. Una de esas noches, justo acabando una tierna e íntima conversación con ella y su novio, Panchete corrió a apagar la luz del cuarto para que los tres apreciemos mejor un impresionante espectáculo de fuegos artificiales que emergía desde el Círculo Militar. Creo que en ese momento se acuñó el término Diosidencias, para esas coincidencias que surgen gracias a Dios. Si bien le siguieron muchísimas más, mi dolor era tal que no recuerdo una temporada de mayor rebeldía ante mi (en ese entonces llamado) "impotente" Dios.
Aún sin saber cómo llamarla, la enfermedad de mi hermana avanzaba rápidamente. A sólo diez días de mi viaje, mis padres y yo tuvimos una reunión con un grupo de especialistas. Tras recuperar la calma, subimos a la habitación de mi hermana con la difícil tarea de compartir con ella el diagnóstico al que había llegado la junta de médicos. Entramos, la rodeamos y con el mayor cariño posible le confirmamos que se trataba de su mayor temor. No recuerdo haberme mordido la lengua como aquella tarde en la que tras bautizar nuestro dolor bajo el nombre de Cáncer, mi única hermana desanudó un: "no me quiero morir".
"Ojala te fueras a Huacho"
A todos nos tomó un par de días recuperar el apetito, el sueño, la esperanza. Yo no sabía si debía irme a Londres o no – incluso hoy dudo si fue lo correcto. En una de esas noches en que me quedé con ella, que ojala hubieran sido más, le pedí conversar sobre mi viaje. Haciendo gala de su dulzura y serena fuerza interior, me sorprendió al preguntarme "no estarás pensando quedarte por mi, ¿no?".
Llegó la tarde del 19 de Septiembre y con ella mi partida. Había logrado conseguir una copia de Hello Dolly (el musical que obsesivamente veíamos cuando niños, en aquella época de Betamax y sólo 3 canales de TV), de manera que le propuse a mi hermana y a mis viejos ver esa película para matizar nuestra despedida con algo de la felicidad de aquellos años felices. Llegado el momento, le estampé a los tres la bendición que nos enseñó mi abuela y partí a buscar mi vida al otro lado del charco – tal como lo había hecho ella en plena guerra civil Española. En ese último abrazo, mi hermana y yo deseamos que mi viaje no fuera tan largo y que pudiera regresar seguido.
"Completamente feliz"
Si bien me fui a Londres y no a Huacho, tuve la oportunidad de volver a verla dos veces: 10 días de Febrero para engreírla y 12 para despedirnos en Abril.
Tras tres operaciones y cuatro meses en el hospital, mi hermana volvió a casa pocos días antes de Navidad y a un mes de su cumpleaños 25. Dos semanas después de su onomástico, me escapé de mi maestría en Salud Pública para volver a dormir a los pies de su cama. Una vez reunidos, no tardamos en irnos al club El Bosque – en donde habían transcurrido muchas de nuestras aventuras infantiles. Dado que mi hermana caminaba con mucha dificultad, se la pasó en una silla de ruedas ingiriendo una infinita colección de pastillas y una dieta a la que cada vez le encontré menos sentido. Aún así, mis viejos, mi hermana, su novio y yo disfrutamos de nuestros ritmos y ritos y mi enana me confesó que era completamente feliz.
Ya en Abril, con una llamada de alerta mi madre me trajo de vuelta a casa. En las 53 infinitas horas que pasaron desde que recibí la llamada hasta que llegué al Jorge Chávez, no hice más que suplicar por un último beso de mi hermana. Mis primos Paco y Ernesto me fueron a recoger al aeropuerto y tras abrazarlos les pregunté un muy directo: "¿Sigue con vida?" Gracias a Dios dijeron que sí porque ni mi tío Fernando, el médico de la familia, pensaba que duraría tanto. Sin embargo, duró tanto que en un momento mi madre se llegó a disculpar porque por un momento pensamos que mi viaje había sido prematuro y debido a mi presupuesto, ya no podría volver a despedirme de ella ni tampoco a ayudar a mis padres con los más tristes trámites de nuestras vidas. Si bien los días de mi hermana estaban contados, su duración fue otra Diosidencia más porque falleció 3 días antes de mi partida – lo que no sólo me dio tiempo para acompañar a mis padres sino también para acabar un vídeo sobre su vida.
Aún sin tener mucha claridad del para qué, tanto en El Bosque como en Abril la filmé cuanto pude. Al saber que no la tendríamos por mucho tiempo más, aproveché para preservar sus ocurrencias y su particular forma de expresar y contagiar su afecto por la vida. Quería que mi familia tenga la posibilidad de verla al frente para reponerse de momentos obscuros. Quería que los hijos que tendré aprendan tanto de sus cojones como de su fe. Dos noches antes de encontrarse con mis abuelos, mi adorada Carmiña vio su vida resumida en el vídeo y se dio por satisfecha – tal como lo hacía cuando nadaba por nuestra selección nacional.
"¡Campeona!"
Si bien su diagnóstico definitivo fue cáncer renal metastático, el desarrollo de su enfermedad hubiera hecho pensar que se trataba de ELA. Al poco de mi vuelta a Londres en Febrero, dejó de caminar y poco a poco fue perdiendo su movilidad. Pasó sus últimas semanas en cama y para cuando volví a verla en Abril, sólo movía su cabeza.
En su penúltimo desayuno, tanto ella como yo compartimos cuanto le temíamos a la muerte y pasé a narrarle mi interpretación de su vida. La misma que semanas atrás había escrito y enviado por correo a mis padres, para que se la lean en caso no logre volver a tiempo. Tal como me enteré luego, su lectura había molestado a la Leona de mi madre que lo dio TODO por salvar a su cachorra. Aunque se la conté con más detalle y con mucho más cariño, mi interpretación se basaba en que debido a la ferviente fe de mis padres, tras 4 años de permanente búsqueda de una hija Dios había decidido prestarnos a un ángel por 25 años. De ahí se explicaba lo corto de su estancia en nuestras vidas y en especial, su honda espiritualidad – que como su padrino de confirmación muchas veces me hizo sentir como su ahijado.
Una intensa sensación de asfixia nos anunció que su último día había llegado y mis viejos me pidieron que sea yo quien se lo diga. Dado que no existe mayor acto de amor que dejar ir a quien más quieres, nos acercamos a su cama y torpe pero sincera y tiernamente le traduje lo que la doctora nos había explicado en la cocina. Tras llorar juntos, la abrazamos y besamos con mucho amor. La paz comenzó a embriagarnos y una tradición que comenzó cuando mi abuela partía, fue seguida en ese momento: hicimos bromas y cantamos las canciones que nos había enseñado la Galega. Se trataba pues de un conxuro para que la venga a recoger. Siempre con dignidad y buen humor, mi hermana me pidió que levante su brazo izquierdo y le pidió a mi madre que levante el derecho. Luego, tomó aire y desde el más recóndito pliegue de su alma gritó "Carmiña Campeona". Poco antes de cerrar sus ojos para siempre, nos regaló un muy dulce: "ahora yo cuidaré de ustedes".
Epitafio
Llegado el momento, todos debemos aprender a con-vivir con el duelo. Sin embargo, creo que el duelo de emigrante es mucho más complejo del que tuvo la dicha de quedarse a acompañar al familiar enfermo porque la distancia hace que tu reflejo se opaque por la culpa.
Después de todos estos meses sin Carmiña, confieso que mi dolor recién ha comenzado a transformarse en gratitud por haber crecido con ella. Pero muy en especial, confieso que mi hermana cumplió su palabra desde el inicio – ahora ella cuida de nosotros. Así que a mi no me queda más que seguir la ruta en su nombre.
Dios:
Concédeme serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia.
6 comentarios:
Zamba, hermano recibe un fuerte abrazo muy especial de mi parte.
Saludos,
Fernando.
Que nostalgia recordar a la dulce Carmiña. Esa bella foto nos da una clara imagen de como era ella. Una combinacion de dulzura y suavidad en su mirada y a la vez fuerza y temple interna frente a los problemas.
Hay un episodio que recuerdo y que muestra como era la esencia de ella.
Como recordaras cada 1 de Diciembre desarrollabamos la actividad de las mantas en la plaza mayor de lima. Esas fechas eran un caos y locura de estres. Sin embargo avanzada la tarde era muy reconfortante encontrar a Carmiña y tu madre presentes al lado de las mantas y acercandose a saludar y darnos una palmadita en la espalda. Frente a tanto problema era un verdadero alivio encontrar sus miradas tan llenas de paz y tranquilidad, las que nos infundian fuerza para continuar en la brega. Ellas parecian saber la fuerza que nos daban y la importancia de tenerles alli a nuestro lado.
Cuando sucedio lo del diagnostico de Carmiña, comence a relacionarme mas con ella en visitas que hice al hospital y me queda muy presente en la memoria el 1 de diciembre de ese año. En esa ocasión la actividad de mantas la habiamos tenido que hacer en la plaza de armas de barranco ante la negativa del "dulce" Castañeda Lossio a usar la plaza mayor. Los nervios y la presion de que las cosas salieran mal fueron mas intensas esas fechas. Todo se veia mas caotico y gris esa tarde.
De pronto un rostro conocido me llamó la atención entre la multitud. Era tu padre, quien se acercaba a mi. Rapidamente le di el alcance y me dirigió al carro en donde se encontraban Carmiña y tu madre. Carmiña con el rostro tan dulce y lleno de paz de siempre y con el craneo cubierto con una pañoleta estaba cubierta me miraba sonriente mientras me decía que no podía dejar de venir y apoyarnos porque sabía que esta fecha era mas dificil por el cambio de lugar. Se disculpó porque no podría salir del auto por los problemas de la enfermedad pero que contabamos con su apoyo. Los ojos de tus padres se veian tan alegres, enternecidos y a la vez conmovidos mirando a Carmiña que no pude menos que sumarme al culto común. Obviamente que despues de ese encuentro quedé lleno de energia y fuerza para seguir adelante y pensando en como Carmiña tenía tremendo problema que enfrentar y sin embargo seguía adelante y se daba tiempo para dar soporte y fuerza a los demás.
Pienso que el rostro de Dios que a veces buscamos no se encuentra en imagenes ni libros, sino que muchas veces está al lado nuestro, en pequeños y dulces rostros como el de Carmiña esa tarde de primavera. Rostros que a lo largo de nuestra vida nos llenaran de melancolia y nostalgia pero a la vez nos recordaran que podemos ser tan grandes e importantes para los demás sea cual la situación por la que estemos pasando. Gracias carmiña por esa leccion.
Cesar, hay algo que creo que nunca te dije y que el dia que estuve alla La Leona me dijo: "Carmiña siempre se acordo de ti y siempre le gusto que la cuides, ella siempre te recordo con mucho cariño Raffo"; basto qeu me diga eso para quebrarme y por un instante sentir lo que sentiste, adore, admire y cuide a Carmiña unicamente porque era Carmiña la beba, aunque era de mi tamaño su sonrisa mas de una vez me saco a mi una sonrisa, gracias a Dios por darme la oportunidad de conocerla y gracias a los BR por darme la oportunidad de pasar momentos con ustedes, de verdad se los agradezco infinitamente.
Rafo Cusman
Que recuerdos aquellos de tu hermana, muy saludable como yo la recuerdo hasta hace unos anos que escuche lo que habia pasado, y un poco incredulo como con lo de Gabriel y Tato, me dio mas perspectiva a la vida. Un abrazo a la distancia, siempre te recuerdo con mucho carino a ti y tus padres, siempre tan caballero y maduro para nuestra edad, hasta la proxima vez,
sonrrei, lloré y lloré...
Esta historia también fue publicada en el diario El Comercio y generó 50 comentarios de lo más sentidos. Acá el link:
http://blogs.elcomercio.com.pe/yotambienmellamoperu/2008/04/duelo-de-emigrante.html
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