
A pesar que ahora es mucho más sencillo saltar de una orilla a la otra, la emigración sigue teniendo las mismas causas y efectos. En esta historia cuento un poco de la migración de mi avoa y la mía, pero en especial como una nueva ley podría re-establecer nuestro vínculo a pesar que ahora yo me encuentre en su lado del Atlántico y ella se encuentre en el más allá.
Cada emigrante está cargado de historias. Mi avoa, por ejemplo, era Gallega y tuvo que dejar a su hijo, madre y hermanos debido a la absurda pobreza que trajo consigo la guerra civil Española. Viajó por la Europa convulsionada por la Segunda Guerra Mundial hasta que abordó un avión bi-motor y llegó a Nueva York. Como nana de una familia de diplomáticos, continuó su periplo por años hasta que llegó y se quedó en el Perú, donde se enamoró y aceptó instalarse en una comunidad remota que aún no sale en el mapa. Para cuando se mudó a la capital había perdido a su hijo mayor en España y había tenido otros dos hijos en el Perú. Con los años, la familia directa siguió reduciéndose en España y creciendo en Perú, al punto que llegó a tener 4 nietos. Desde que partió, mi avoa volvió a Galicia en dos oportunidades. Lo que más le sorprendió de ambos viajes fue cuán similares eran sus sobrinas a su hermano favorito y cuan grande era el puente que unía ambos lados de la ría – que cuando era joven cruzaba a remo con sus 3 mejores amigas, cada vez que quería ir al cine en que su Irmán era boletero y las hacía pasar sin pagar. Como cualquiera que partió de Galicia, su alter ego fue la morriña, aquella mal-traducida nostalgia, que la acompañó cada día de su vida hasta que el 31 de Enero del 2003 oramos, cantamos y nos besamos por última vez.
En términos generales, la emigración tiene 3 causas y 2 efectos. Las causas son económicas, políticas y aleatorias; y los efectos son culturales y económicos. Como es de suponer, el descontento con lo local y los sueños de prosperidad suelen fusionarse a manera de combustible para dejar el país de origen. En otros casos, la emigración es el resultado de persecuciones ideológicas que tienen lugar cuando las revoluciones en gestación, y en especial las triunfantes, hacen imposible la permanencia de sus enemigos. La tercera causa agrupa a “la llamada”, donde familiares y amigos animan a los suyos para darles el encuentro; “la propaganda”, que invita a muchos a seguir los pasos de emigrantes convertidos en nuevos ricos; finalmente, esta categoría incluye también a los desastres naturales. Del lado de los efectos, las fusiones culturales más obvias van cambiando de a pocos los hábitos, comportamientos y valores de los grupos receptores. En cuanto a los efectos económicos, la emigración afecta la oferta y demanda del trabajo, tanto en el país origen como destino. A la par, cada emigrante representa el capital gastado por su país de origen, que en cierta forma es compensado por el envío de remesas. La falta de diálogo entre representantes de ambas culturas y el temporal desbalance de oportunidades laborales explican muchas veces actos de xenofobia – como los ocurridos en Barcelona recientemente y mostrados por los medios de comunicación masiva la semana pasada.
Lo verdaderamente fascinante del párrafo anterior es que se trata del resumen de un Boletín de la Inspección General de Emigración, impreso en Madrid en 1934, en plena Segunda República Española. Cuando aún no se sospechaba del impacto que traería Francisco Franco no sólo a España sino a casi toda América Latina – que se convirtió en principal receptora de miles que buscaban exilio político y tal como mi avoa, alternativas para que su familia sobreviva a la pobreza extrema.
La vigencia de este análisis de hace 73 años permite encontrar paralelos entre las experiencias de una abuela y un nieto. Mi abuela no partió en búsqueda de asilo político, sino para aliviar las dificultades económicas de su hogar, proveerse de comida y cobijo, y poder ahorrar para enviarle dinero a su madre e hijo. Tras perder a ambos debido a enfermedades relacionadas a la pobreza, se muda a Ayarpongo y fusiona tanto sus creencias religiosas como sus habilidades culinarias e incluso, su aproximación a la salud. Mi historia de emigración tampoco salió a la caza de auxilio político y si bien entra en la categoría de emigración por causas económicas, mi nivel de necesidad podría resultar irrisorio frente al que le tocó vivir a ella. Sin embargo, algo en que coincidimos plenamente es no haber podido acompañar a un ser querido en sus últimos meses de vida. Aunque la tecnología me obsequió la posibilidad de comunicarme e incluso ver a mi hermana luchando contra el cáncer, el dolor fue tal que nunca dejé de preguntarme qué tipo de tortura tuvo que atravesar mi avoa al enterarse de la muerte de sus hermanos, hijo y madre por esporádicas cartas leídas por otros.
España y Perú comparten muchos aspectos estructurales, incluso la amnesia. Ambos agonizaron con el paso de Franco y Fujimori y sin embargo, la mayoría de sus ciudadanos optan por no querer asumir las consecuencias de aquellos obscuros períodos en la historia. En ese marco, veo con mucho agrado que un grupo de legisladores Españoles haya decidido escuchar el clamor de los descendientes de esos emigrantes, para resarcir deudas históricas y corregir una serie de injusticias.
Desde el año 2002, la ley permite adquirir la nacionalidad Española a los hijos e hijas de hombres y mujeres emigrantes y a los nietos y nietas: a) siempre y cuando hayan presentado esta solicitud antes de cumplir la mayoría de edad; pues de no ser este el caso, b) la única opción que nos queda es cumplir un año de estancia legal y continua en España. Si bien esta ley amplió el marco de la ley anterior, incidió en dos severas discriminaciones y una rotunda violación a los derechos humanos. Además de discriminar por edad, pues nuestros hermanos y primos menores fueron los únicos beneficiados, la ley también discrimina por género: casi todas las abuelas que emigraron perdieron la nacionalidad por casarse con un extranjero, lo que además es una violación al artículo 9 de la declaración de derechos humanos (“…los Estados Partes garantizarán que ni el matrimonio con un extranjero ni el cambio de nacionalidad del marido durante el matrimonio cambien automáticamente la nacionalidad de la esposa…otorgarán a la mujer los mismos derechos que al hombre con respecto a la nacionalidad de sus hijos”.) Finalmente, al exigir residencia legal en España por un año, la ley actual asume erróneamente la intención del descendiente de mudarse a España cuando estoy seguro que para muchos, como para mí, adquirir la nacionalidad de los abuelos tiene un significado netamente afectivo.
Hace menos de dos semanas, esta reforma legal era parte de la "ley de adopción internacional" pero actualmente forma parte de la "ley de memoria histórica". No es difícil coincidir en el principio de querer rendir tributo a quienes debido a la Guerra Civil tuvieron que dejar el país y renunciar a su nacionalidad, pero es de tener muy en cuenta que se trata de una clara intención del Partido Socialista Español de acelerar el proceso para hacer cumplir su oferta electoral. Con lo cual, es obvio que aspiran tener más oportunidades en las elecciones generales del próximo año. Con este cambio de una a otra ley, hay aspectos qué han quedado inciertos debido a su ambigua redacción. Lo que me parece inaudito es que incluso el día de hoy en que la ley fue aprobada por el pleno del Congreso de Diputados, no se sabe de qué manera beneficiará a los nietos en caso sea ratificada por el Senado. Aún así, hay que reconocer que el proyecto de ley no se llega a entender no sólo porque no está bien escrito, sino porque es imposible dejar de leerlo con el corazón y remitirte a tu vínculo con tu abuelo/abuela y al hacerlo, preguntarte la manera en que un documento matizará tu identidad.
Aunque sea aprobada siguen habiendo aspectos por definir: ¿quiénes serán los beneficiados de esta ley?, ¿qué opciones le quedan al resto?, ¿cuál será el criterio para distinguir entre los abuelos que emigraron por motivos políticos y por razones económicas?, ¿por qué la ley deberá esperar un año para ser implementada?, ¿por qué sólo tendrá una duración de dos años?, y debido a esto último, ¿qué sistemas serán instalados para que se desamodorre la lenta burocracia Española?
A mi avoa le debo la pasión por narrar, pues mis historias no son más que actualizaciones de las que ella me contaba. Así que cada vez que me siento a escribir, es como tenerla al lado – acompañándome con su mazo de cartas, su café con leite de receta aún indescifrable y sus lentes de color idéntico a su apellido. Hoy, día de Bruxas, le pido un conxuro más. Le pido para que junto a miles de abuelas emigrantes eleve una última queimada para que los nietos y nietas de aquellos que decidieron quedarse en España, y que hoy son Diputados y Senadores, se percaten que tanto ellos como los que nacimos fuera de España tenemos los mismos derechos.
Enlace a Boletín de la Inspección General de Emigración, 1934
2 comentarios:
Yo también tenía una avoa (o como la llamaba yo: "Miña velliña") que me contaba "contos de meigas" e historias de la guerra.
Otras veces contaba historias de las mujeres y hombres como tu avoa, que se iban de nuestra tierra y volvían para morir o de aquellos que habían "hecho las américas" y llevaban a los familiares para otros paises escapando de la pobreza.
Por eso hoy en día en Galicia no existe racismo: todos tenemos un familiar suizo, francés, argentino, cubano...
Aunque no exista una Ley que lo ampare cualquiera de ustedes son de ESTA TIERRA.
Por eso quiero que estas lineas sirvan como homenaje a las velliñas (tanto a las que se fueron como a las que se quedaron) porque lo mejor que nos ha podido pasar es haberlas conocido
Has viajado a Galicia para conocer la tierra de tu Avoa y asi cerrar el circulo???
Publicar un comentario