15 nov 2007

¡Madura!

El tiempo es una construcción social y por lo tanto, solía pensar que la madurez también lo era. Sin embargo, tres eventos vividos el día de hoy me han hecho recapacitar. La siguiente es una breve historia que arrastra algo de lamento, pero también algo de esa estrategia de afrontamiento que con los años soberbiamente llamamos sabiduría.

Empecemos con el más ligero de los tres eventos. Casi todos lo jueves juego fútbol con mis compañeros de trabajo. No sólo lo hacemos porque nos gusta hacer deporte sino porque incluso nuestros jefes saben que el partido traerá consigo un beneficioso intercambio de favores entre distintos equipos de trabajo. Casi al final del juego, volteé demasiado rápido para disparar al arco del entonces imbatible Kenyata y anoté. A pesar que fue un lindo gol, me arrepiento de haberlo metido porque un agudo e intenso dolor en mi espalda baja me está recordando que ya no soy aquel que solía nadar 16kms al día.

Después de varios días de intensa y aburrida lectura, el segundo evento clave consistió en enviarle un sobre lleno de documentos a la oficina nacional de impuestos. Sólo existen dos carreras que jamás podría haber seguido en esta vida: militar y contador. Soy de la idea que sólo aquellos que no evolucionaron siguen pensando que hay algo de honor en cumplir una orden que traiga consigo la muerte de un ser humano. Algo muy distinto me pasa con la contabilidad. Si bien me fascina jugar con Excel e incluso procuro llevar una vida balanceada, no me cuadra la compulsión de hacer que todo cuadre. En este contexto, confieso que fueron incontables los días que duró el combate entre mis avances y postergaciones para poner mis cuentas en orden.

Finalmente, los formularios que llené eran sobre mi pensión. Uno de ellos consistía básicamente en evaluar cuánto y en qué decidía distribuir la inversión que quiero hacer para mi jubilación y el otro, en definir quiénes serán mis herederos en caso me vaya al otro barrio antes de lo previsto.

Estoy seguro que mis compañeros del colegio coincidirán en que mi típica interjección ante sus naturales comportamientos y actitudes adolescentes era un simple, directo e irreverente: “MADURA”. Ante ello, mi cuerpo adolorido y los compromisos a largo plazo que asumí el día de hoy evidencian que recién comencé a ser consecuente conmigo mismo.

Por algo tan inesperado como haber olvidado mi toalla, tuve que volver a casa y caminar solo hasta llegar a la cancha de fútbol. A lo largo de mi recorrido, el silencio me hizo ver que las únicas tareas del sol esta tarde consistían en sacarle brillo a la vida y al fusionarse con el fino aire del norte, hacer bailar a las hojas que se despedían del árbol que las vio nacer y crecer.

Confieso que hoy me sentí un poco cómo el árbol y la hoja. Hoy tuve la impresión que mis tareas consistieron en seguir creciendo hacia un futuro más seguro del que me espera si sigo postergando mi adultez. Al mismo tiempo, me sentí como la hoja también porque llegará el inevitable momento en que me desprenda del árbol. Le pido a Dios que cuando ese momento me alcance, años antes haya tenido que enterrar a los que el día de hoy destiné como mis herederos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Si alguna frase recuerdo tuya fue: Oe Raffo vas a ir? Oe Raffo has ido ah .....? No hermano no tomo, pero un juguito puede ser. y la basica MADURA !!!!! jajajaja que se puede hacer pues hermano, cuando decias MADURA interiormente te cagabas de risa pero por dartelas de "adulto" a todo el mundo le decias MADURA!!!!! , lo quieras o no hemos madurado, todos a nuestro ritmo, pero al fin y al cabo todos con sus demonios internos y con otro tipo de demonios maduramos a como queremos, total la gente q nos conoce realmente sabe como somos en realidad.
Mil besos hermano y otros mil para tu ñori jajajaajaj
Raffo