29 abr 2008

Mariconéandonos


De niño, mi película favorita era un musical. De adolescente, me depilaba las piernas y los brazos. Al empezar la universidad, tomé clases de ballet. Posteriormente, participé activamente en marchas por la defensa de los derechos sexuales. Llevo más de 5 años de casado y no tengo hijos. Finalmente, más de un amigo mío ha leído este blog y ha concluido que si no me conociera diría que soy gay. Puesto en perspectiva, no culpo a más de uno que haya pensado que lo soy. Sin embargo, más que defender mi orientación sexual, esta historia trata de los tabúes que moran en nuestra sociedad acerca de la homosexualidad.

La homosexualidad es incómoda no sólo porque impide perpetuar la especie sino también el poder. Digo esto porque se opone a las creencias de aquellos que se vanaglorian de representar las llamadas buenas costumbres. En el colmo de la soberbia, aseveran, la homosexualidad se opone a la voluntad de Dios. Y es por ello que me pregunto qué clase de Dios tienen en mente. De la misma forma en que suena ridículo discriminar por grupo étnico, soy de la idea que discriminar por orientación sexual se trata del mismo pecado y delito, porque ante Dios e incluso la ley: todos somos iguales. Considerando postulados teológicos y legales, no puedo evitar preguntarme ¿qué intereses motivan las interpretaciones homofóbicas de la Biblia? Y ¿Por qué la ley de mi país no tolera la unión de ciudadanos responsables y deseosos de llevar una vida en pareja?

Una de las principales torpezas que cometen muchos heterosexuales consiste en pensar que están haciendo lo correcto porque se comportan como la mayoría. Hay quienes argumentan que el 10% de la población mundial es gay. Similarmente, se dice que el 10% de la población mundial es zurda. En el pasado, a los niños y a las niñas se les prohibía escribir y comer con la mano izquierda y las justificaciones eran tan absurdas como comunes. Tanto las mentes como las sociedades evolucionaron y actualmente, son las escuelas las que deben adecuarse a las necesidades particulares de los zurdos.

Quiero creer que en un futuro no muy lejano, las escuelas también se pondrán a la altura de la equidad de género y que para empezar, se podrá conversar sobre este tema sin satanizarlo. Sobre esto último, estoy seguro que más de uno pensará: a) "pero los profesores deberían dar el ejemplo", y b) "es que los profesores homosexuales se aprovechan de sus alumnos". Si bien estoy de acuerdo con el primer punto, discrepo con el segundo. Concuerdo en que los maestros y las maestras no sólo transfieren conocimientos sino también actitudes y comportamientos. Justamente por ello, creo que deberían modelar la apertura de mente y de corazón ante la diversidad. Como decía anteriormente, no hay forma en que concuerde con el segundo punto. Que una maestra abuse de su alumno es absolutamente lo mismo que un jefe abuse de su secretaria. Ambas situaciones deben ser penadas por la ley y tanto las escuelas como las oficinas deben hacer lo posible por prevenir y detener este tipo de violencia. Aún así, me parece ingenuo llegar a este tipo generalizaciones. Dado que no todos los profesores heterosexuales abusan de sus estudiantes heterosexuales, ¿qué les hace pensar que una persona que se siente atraída por otra de su mismo sexo abusará, sin dudarlo, de un menor de edad?

Los debates que se libran sobre la homosexualidad casi siempre buscan un culpable: que se debe a la ausencia del padre, a una madre muy dominante, a una situación de abuso sexual a temprana edad, etc. A un nivel aún menos interesante, hay quienes se desgastan en el dilema de culpar a la naturaleza y otros a la socialización. Científicos sociales y expertos en genética invierten sus recursos en desarrollar modelos teóricos que sustentan sus puntos de vista. Lo mismo hacen los medios de comunicación y las familias. Sin importar el nivel de discusión, yo me pregunto si este dilema es verdaderamente importante y ¿por qué alguien debería gastar dinero y energía en hacer que la mayoría entienda mejor al objeto de su deseo? ¿Acaso tiene algún sentido confesarle al cura, explicarle a tu madre o compartir con tu amigo porque te gusta una persona de tal o cual grupo étnico?

Por un momento, te invito a ser empátic@. Imagina que la sociedad en la que vives castiga severamente las muestras de afecto que recibes de tu pareja. Imagina que no puedes besarla, que en la calle no puedes tomarla de la mano y que sólo un pequeño grupo de personas no juzga tu relación. Estoy seguro que en esa situación preferirías relacionarte sólo con aquellos que te muestren respeto. Estoy seguro también que aunque no te guste la música disco, al menos de vez en cuando asistirías a las discotecas gay para recordar que no estás sol@. Aún así, es ridículamente injusto que tu vida social quede reducida a un pequeño número de espacios tolerantes.

Son varios los sub-grupos que conforman a la comunidad homosexual. A diferencia de lo que muchos piensan, ser homosexual no significa ser transvesti o transexual. Lo cierto es que las "trans" conforman un muy pequeño sub-grupo. Sin embargo, están sobre-representados en los medios porque mostrarlos así es mucho más sencillo y populista. En el tiempo que trabajaba en prevención del VIH, la "trans" más impresionante que conocí medía 1.90metros de altura; antes de operarse de sexo, había estudiado en la universidad; e incluso, había sido vocalista de un grupo de rock muy famoso a fines de los 80s. Aún a pesar de todas estas características, lo que más me impresionaba de ella es que era lesbiana. Era pues, una transexual lesbiana. Si bien no nos llevábamos muy bien, apreciaba mucho sus opiniones porque claramente contribuían en las discusiones grupales de nuestro programa de involucramiento de la comunidad. Jamás entendí el porque de su operación, tampoco entendí su orientación sexual, pero el punto es que esto sólo le corresponde a ella.

En el otro extremo de la gradiente gay se encuentra el sub-grupo que en Lima llaman buses. Por no encajar en el estereotipo, alguna vez oí que los describían como "homosexuales que se comportan como hombres". A un buses le desagrada el escándalo que originan las trans porque según ellos refuerzan la discriminación contra todos los hombres y las mujeres gays. Ante ello, una trans siempre responderá que los busecitos son unos reprimidos y "¿cuál es el punto de seguir en el closet?". El buses le contestará que es mejor tener sexo con una mujer que con un hombre disfrazado de mujer. Antes de agarrarse a golpes, la trans argumentará que no fue su culpa haber nacido en el cuerpo equivocado. Como bien han de suponer, sus discrepancias no tienen una simple solución.

En la gradiente homosexual, la mayoría de sus integrantes se encuentran entre las trans y los buses. Entre ellos, destacan los que no se identifican gays pero tienen aventuras sexuales con otros hombres; aquellos que se visten "como hombres" y con sus amigas se comportan "como mujeres"; se encuentran también aquellos que van a las discotecas a tomar una cerveza y se van sin intimar con nadie; están los que detestan las discotecas y se reúnen con sus amig@s en casa de algun@. En fin, hay muchos matices.

Obviamente, dichos matices son el resultado de la interacción entre aspectos sociales y económicos. Retomando los casos extremos, por lo general las trans tienen un origen socio-económico más humilde que los buses y por lo tanto, su perfil educativo y profesional queda muy restringido en comparación al otro sub-grupo. Como alguna vez escuché a un buses, "las tracas no tienen nada que perder. Por lo general, son peluqueras o trabajadoras sexuales, así que comercialmente les conviene que la gente las conozca así. Sin embargo, si en nuestro caso se enteran que somos gays inmediatamente nos botan de la oficina – sin importar lo que hemos estudiado, ni lo bien que trabajamos".

Por lo descrito líneas arriba, confieso que realmente me jode que nuestra sociedad sea poco empática y sumamente injusta. Me afecta que en su mayoría, nuestros compatriotas no consideren cuan detestable debe resultar tener que convivir a diario con agresivos sobrenombres, con el temor a perder tu trabajo, con socializar en contados espacios, con no poder materializar tu compromiso ante la ley, que tu pareja de toda la vida no tenga los mismos derechos que el resto de tus herederos. Por todo ello, pienso que la sistemática acción e inacción de nuestra sociedad ante la homosexualidad es una flagrante injusticia. Al fin y al cabo, nadie más que tú debería intrometerse en lo que haces y dejas de hacer en la intimidad – salvo que alguien más pueda verse perjudicado.

Como deben haber notado, mi principal argumento en esta historia no sólo consiste en defender el punto que no tiene nada de malo ser gay, sino que hay que ser bien hombre y bien mujer para mantener tu identidad a pesar de tanta adversidad. Sobre la base de mis amigos gays y la mayoría de personas que conocí mientas trabajaba en prevención del VIH, para mí una persona gay vive sobre la base de la dignidad, la alegría, una intensa sensibilidad y un hondo compañerismo. En ese marco, si alguna vez me creyeron gay – gracias por el halago.

PD:

Con el objetivo de aliviar el sufrimiento de mis suegros, permítanme explicar el porque del patrón de mi comportamiento descrito en el primer párrafo. Veía hello dolly hasta el cansancio porque en aquel entonces era la única cinta de Betamax que teníamos en casa; depilarme el cuerpo me permitía nadar más rápido y ganar más medallas; cuando era soltero, el ballet me insertó en un grupo en el que no tenía competidores; mi participación en marchas por el orgullo gay era parte central de mi trabajo de prevención de VIH; mi esposa y yo por fin nos aburrimos de estudiar y prontamente comenzaremos a buscar hijos; como contaba en una historia anterior, me gusta narrar porque lo aprendí como jugando con mi abuela que sin saber ni leer ni escribir lograba que mi imaginación volara sin límites. Aún así, insisto, gracias por el halago

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial el relato. Una lástima que no seas gay. Tuve la suerte de conocerte un poco en Lima. Una brazo. H.S.B.

Unknown dijo...

Qué te puedo decir Cebaz, una vez más me dejas impresionado (iba a decir 'con la boca abierta' pero eso podría malinterpretarse... jeje). Siempre es refrescante leer tus columnas :)
Un beso y un abrazo, desde el otro lado del atlántico.

Juan dijo...

Como dices mas de uno pensamos que eras gay, pero en fin no todos son perfectos jejejejejjeeeje, la descripcion que haces de la diversidad gay en Lima no dista mucho de otros paises, aunque en algunos paises hay mas apertura a la diversidad todavia hay otros donde aun hay mas represion en este sentido, a lo largo del tiempo de trabajar en Lima he visto mucha apertura a la diversidad y mas aceptacion de los grupos gays, aunque aun existen represiones y discriminaciones muy notorias y que hacen retroceder el camino que se avanza con mucho esfuerzo, lo importante es aprender a convivir con esto y demostrar que gay o no somos seres humanos que necesitamos de nuestra familia y sociedad para salir adelante y vivir mejor, pero con la descripcion que haces cualquiera diria que eres un gay en potencia jejejeejje la verdad ha sido un honor haberte conocido y trabajado juntos y que no dieramos porque muchas personas actuaran y pensaran como tu....

Anónimo dijo...

Bravo!!!!!

Estupendo post!!!

Te voy a linkear a mi blogg!!! Y es tu casa para cuando quieras!!!!

Un abrazo desde un invierno con sol en Lima,

Inés

Julio Venegas dijo...

Que buen post, me acabo de leer todo tu blog, muy bueno.

saludos desde Lima.

Julio